Friday, April 5, 2024

México huele a sangre

Las decisiones que se toman desde el gobierno tienen consecuencias sobre la vida de todos sus ciudadanos. En el caso de México, la más trágica de este sexenio tiene que ver sin duda con la falta de  respeto a la vida. Al día de hoy, hay alrededor de un millón menos de mexicanos menos que al principio de esta administración, que ha sido resultado directo de las desastrosas políticas públicas adoptadas.

Las tragedias fueron múltiples encadenándose una tras otra pero, sin lugar a dudas, en todas tuvo responsabilidad el Estado. En principio se tomó la decisión de fomentar una política de "abrazos, no balazos" contra el crimen organizado, lo que le permitió expandir su poder y capacidad de influencia. La subsecuente militarización paradójicamente creó enfrentamientos cada vez más sangrientos -particularmente en estados gobernados por la oposición y en aquellos con zonas de trasiego de drogas- y al mismo tiempo contubernios cada vez más diabólicos en estados como Guerrero y Chiapas. El saldo hasta la fecha de la carrera armamentista del gobierno y los grupos criminales es de 180 mil mexicanos asesinados y más de 100 mil desaparecidos -la gran mayoría jóvenes de entre 18 y 29 años de edad- cuyas cifras se encuentran permanentemente en revisión por la autoridad; como si desaparecer a los desaparecidos desapareciera las tragedias. Con sorna, el presidente ha exclamado desde una de sus mañaneras: "Ahí están las masacres, jajaja".

A ello hay que sumar el azote de la pandemia de COVID y los recortes al sector salud durante el gobierno de AMLO. Con una primera declaración de que esta pandemia le caía "como anillo al dedo", la autoridad negó apoyos a las empresas, negocios y familias; haciendo que en lugar de mantenerse a resguardo en sus hogares tuviesen que ir a trabajar y detonando un pico de contagios que se extendió por casi un año, en lugar del freno de tres meses que tuvieron otras economías. Esto desbordó los servicios de salud; particularmente por los escasos ventiladores mecánicos que requerían los pacientes de urgencias. Las cifras de exceso de mortalidad en México estiman que la mala gestión de esta pandemia ha cobrado la vida de entre 600 y 650 mil mexicanos, la gran mayoría mayores de 60 años.

Finalmente, se encuentran las tragedias prevenibles que han sido resultado directo de los recortes presupuestarios en salud (seguro popular), alimentación infantil y educación (estancias infantiles, escuelas de tiempo completo y comedores escolares). Se llegó incluso al grado de negar medicinas a derechohabientes de niños con cáncer. La falta de abasto de medicamentos ha tenido repercusiones especialmente graves en poblaciones que se encontraban relativamente estables; como la población con inmunodeficiencia.

El contexto de muerte, violencia, tráfico de drogas y recortes en salud ya es insoportable para un México que entraba a la modernidad, con un sistema democrático que el obradorato se ha empeñado en desarticular. La respuesta de la autoridad de hacer oídos sordos a esta realidad mientras impulsa en campaña a una candidata entre risas y cánticos que sólo enardecen más a su vejada población es la causa de los levantamientos sociales cada vez más frecuentes y violentos. Amenazar con violencia o con quitar las escasas dádivas del gobierno solo puede producir más repudio hacia quienes nos gobiernan. En el extremo, cuando los violentos amenazan con un "vota por mí o te mueres de hambre" o con un "vota por mí o te mueres" generan una disyuntiva entre dos males que sólo refuerza la idea de que el mal está en el poder. Y destruir el mal es un impulso natural en el ser humano.

Necesitamos acciones decisivas para devolvernos a los mexicanos la paz y la tranquilidad. Necesitamos que se hable abiertamente de un cambio de rumbo. La mayoría de los mexicanos son gente de bien que necesita oir una disculpa. Que necesitan sentir que su autoridad los representa. Que necesitan sentirse respaldados por su gobierno; no oprimidos. No olvidemos nunca que "quien hace una revolución pacífica imposible, hará una revolución violenta inevitable".  (J.F. Kennedy)




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