Cuando se trata de conocer las
prioridades de las familias mexicanas, cualquier gobernante que realmente se
preocupe por nosotros sabe que basta preguntar por cuatro aspectos para conocer
los elementos básicos de nuestro bienestar:
1) ¿Ya comieron? ¿Por qué?
2) ¿Cómo están de salud? ¿Por qué?
3) ¿Cómo va el trabajo? ¿Por qué?
4) ¿Cómo le va a los hijos en la escuela? ¿Por qué?
Los demás aspectos: seguridad, economía, servicios públicos,
etc. son transversales a estos cuatro. No se necesita ser un gobierno paternalista
para hacer estas preguntas. Solo imaginemos un México en el que las respuestas
de todas las familias fueran:
1) Ya comimos. De forma abundante y satisfactoria. Porque
tenemos acceso a alimentos nutritivos y de calidad. Porque nos alcanza para comprarlos.
Y porque se nos ha enseñado cómo alimentarnos para estar sanos y sentirnos
bien. Ni nosotros ni nuestros seres queridos pasamos hambre.
2) Estamos sanos. Porque ni nosotros ni nuestros hijos vivimos
constantemente expuestos a peligros. Porque nos alimentamos bien, sabemos cómo
prevenir enfermedades y, en caso de enfermarnos, tenemos acceso a médicos y
medicinas. Porque se nos ha brindado educación para la salud, en particular la
sexual y reproductiva, que ejercemos con libertad y responsabilidad. Porque
nuestra casa está limpia y cuenta con agua, luz y gas. Y porque tenemos la
oportunidad de hacer ejercicio.
3) Las cosas van bien en el trabajo. Porque hay empleos
honestos, oportunidades laborales y salarios que cubren nuestras necesidades.
Porque tenemos protección social y prestaciones. Porque nuestros niños y
nuestras niñas no tienen que trabajar. Porque no hay jornadas excesivas. Porque
se respetan nuestros derechos y se reconoce y valora el trabajo doméstico. Y
porque esperamos una jubilación digna.
4) Las cosas van bien en la escuela. Porque nuestros hijos están
aprendiendo, y aprendiendo a hacer. Porque tienen acceso a los materiales que
necesitan para su aprendizaje. Porque la escuela los está dotando de
conocimientos útiles y saberes que les sirven para un presente y un futuro
mejor. Porque se respeta la diversidad. Y porque es un ambiente seguro, libre
de violencia y adicciones.
En ese contexto ¿para qué querría un buen gobierno intervenir?
No se trata de paternalismos. Se trata de dejar de lado lo superfluo, e ir a la
sustancia. Se trata de reconocer dónde deben estar puestos los esfuerzos, y no
desviar la atención hacia lo que le interesa a unos cuantos; por encima de lo
que nos interesa a la mayoría. Es hacer énfasis en que sí sabemos hacia dónde
se debe andar, qué incentivos se necesitan, y con ello evidenciar que el
"atole con el dedo" se queda en el dedo. Que nos damos buena cuenta
cuándo están funcionando las cosas, y cuándo no. Y el papel que juega en ello
el Estado.
Este no es un comentario a la ligera. Es un llamado a no desviar
la mirada; a volver la vista sobre el camino andado, y el que falta por andar,
y enderezar lo que haya que enderezar; por el bien de todos. Sabemos bien lo
que hay que hacer. Pongamos manos a la obra.
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