Wednesday, October 26, 2022

La importancia de la evaluación

El diccionario de la Real Academia define evaluar como "señalar el valor de algo", y lo distingue de la valuación que es "señalar el precio de algo". Luego pues, para la lengua española al menos, existe una diferencia entre un precio, asociado más a lo material, y un valor, asociado principalmente a la valía de aquello que lo merece.

La evaluación puede definirse como el proceso mediante el cual se busca ponderar la valía en una o más dimensiones. En educación, por ejemplo, la evaluación tiene como objetivo medir el aprendizaje de los estudiantes a partir de criterios que estén directamente relacionados con los contenidos educativos que se les ha buscado enseñar. Por otro lado, al evaluar políticas o intervenciones, el objetivo es ponderar las características que las constituyen y valorar en qué medida estas características contribuyen a lograr los objetivos sociales con los que dichas políticas fueron creadas.

Es por ello que la evaluación va más allá de asignar el impacto monetario de algo. La evaluación busca, en última instancia, valorar las características más importantes de su evaluando. Busca encontrar el justo valor de su objeto de estudio con rigurosidad, imparcialidad y objetividad; pero también con el propósito de descubrir las características que tienen mayor relevancia en el contexto en el que dicha evaluación se lleva a cabo.

Incluso, puede pensarse que la evaluación es más pertinente en un contexto donde el valor de algo va más allá de su precio en moneda constante y corriente. Cuando hay un añadido que escapa a lo económico y que puede incluso llegar al terreno de lo inmaterial; sea éste el aprendizaje, la paz, el bienestar físico, el autoestima o algún otro bien intangible pero que sin duda alguna es deseable y que aporta al bienestar o felicidad de la colectividad.

Por supuesto que ofrecer medidas objetivas de los bienes intangibles o inmateriales para la sociedad solo puede llevarse a cabo por medio de aproximaciones; pero no por ello pierden relevancia; al contrario. De ahí que la frase de Lord Kelvin "si no lo puedes medir, no lo puedes mejorar", que ha servido de lema para el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social ("Lo que se mide, se puede mejorar") sea la piedra angular para tratar de establecer aquellos indicadores que mejor capturen la medida en que algo se ha buscado mejorar; y convertir esta evidencia en un proceso de evaluación que permita establecer si el tiempo y los recursos invertidos en mejorar la situación existente han valido la pena. Y si hay algo que vale la pena evaluar, y evaluar algo vale la pena, entonces la evaluación también tiene valía.

 


Friday, August 5, 2022

¿Cuál será el futuro de la educación en México?


La educación no puede ser moneda de cambio de los intereses de la élite política. Se trata del futuro de millones de niños y jóvenes. Si la pandemia mermó el ritmo de aprendizaje en los diferentes niveles educativos, la prioridad de la autoridad debe centrarse en generar propuestas remediales para atender el rezago educativo y ofrecer una perspectiva de hacia dónde espera llevar dichos aprendizajes en sintonía con las necesidades del presente siglo.

La actual Secretaria de Educación en México, quien había contendido previamente por la gubernatura del Estado más poblado del país (el Estado de México), anuncia nuevamente sus aspiraciones por convertirse en la futura Gobernadora de la misma entidad. Sus aspiraciones parecen tener fundamento: será candidata por el partido en el poder y contendiente de un grupo opositor ampliamente señalado por sus presuntas acciones de corrupción; que gobierna una entidad que no conoce la alternancia democrática. 

El sabor amargo en esta historia es el papel que juega en ello el sistema educativo mexicano; que luce como un "premio de consolación" en las carreras políticas de nuestros dirigentes. Su paso al frente de la responsabilidad más grande que puede adquirirse con la niñez mexicana, por su alcance y dimensión, estará marcada por una falta de compromiso, visión y respuestas ante una realidad apremiante que parece dejar cada vez a más niños y niñas atrás; en un espacio reservado a la exclusión y marginalidad.

Necesitamos urgentemente una autoridad competente, responsable, honesta y experta en educación; que entienda la importancia que tiene para el presente y futuro de la niñez y juventud mexicana; sus alcances y consecuencias sobre temas como: convivencia, ciudadanía, derechos humanos, legales y políticos, inserción en la sociedad del conocimiento, paz social, empleabilidad y cuidado de la salud. Necesitamos con urgencia visibilizar que la responsabilidad de velar por el Sistema Educativo Nacional es más que las migajas que quedan en el banquete de los cargos públicos. Que es el futuro de toda la nación el que está en juego.

A ojo de buen cubero, los maestros mexicanos saben que si el promedio de los niños de primaria están dejando de ser competentes en las operaciones aritméticas básicas, los de secundaria en álgebra y los de preparatoria en cálculo, sabemos que el atraso es innegable. Las matemáticas actúan como el máximo común divisor para saber qué encontraremos en su comprensión lectora, de ciencias naturales, sociales, geografía, historia universal, competencias tecnológicas, etc. Se necesita planeación, acuerdos, una rectitud probada, evidencia robusta y una visión global transexenal de lo que se espera lograr en las trayectorias educativas de los niños y jóvenes de México; entre otras aptitudes. No es la "zona de calentamiento" de nuestros candidatos a gobernadores.

Urge revalorar, en el discurso público y privado, en los diálogos de alto nivel y en la vida cotidiana, a la educación. Educación es aprender, saber y saber hacer; hacer las cosas bien y, en última instancia, hacer el bien. Sin educación no hay futuro, y sin futuro no hay país del que puedan ser gobernadores, ni gobernantes.





Wednesday, July 20, 2022

Corrupción

Imaginemos que las autoridades de un país legislaran para aprobar una ley que indicase que el agua oxigenada va a ser tratada de forma indistinta al agua para consumo humano. En principio, se ven iguales. De cerca, el olor ya es distinto. Pero conforme se incrementa la convivencia con uno y otro líquido nos vamos dando cuenta del grave error que cometeremos en tratarlos de la misma forma. En el extremo de consumirlas, una puede ocasionar la muerte.

Ocurre lo mismo con la honestidad y la simulación de honestidad. Cuando la Ciudad de México aprobó un impuesto creciente en función del valor del automóvil (o los automóviles) en los que circularan los capitalinos, comenzaron a aparecer vehículos muy costosos con placas de Morelos circulando en la ciudad de forma cotidiana. Es bien sabido que esos autos no pagan los mismos impuestos por estar matriculados en Morelos que por estar matriculados en la capital del país. Inmediatamente, la gente comenzó a intuir que los dueños de estos vehículos vivían en la ciudad, pero matriculaban en otro Estado para evadir un mayor gravamen.

Y así el ciudadano de la capital fue acostumbrándose a una realidad: entre más caro el auto, más probable es que tenga placas de Morelos.

¿Y qué tiene esto de malo? Pues todo. Hoy en día las placas de Morelos se han enquistado en la capital del país como un signo inequívoco de corrupción; asociadas inexcusablemente a aquellos con el mayor poder adquisitivo. La idea de un México en donde la élite encarna lo mejor de la sociedad y es ejemplo a seguir para el resto de nosotros choca de frente con las defensas delantera y trasera de sus autos. No pagan el gravamen de sus vehículos, y lo exhiben día con día en todas las calles de la capital, a la vista de todos ¿qué se puede pensar de los impuestos que pagan sus empresas, de su integridad en el actuar dentro del servicio público, de cómo se conducen en la vida privada, etc...?

Las placas son solo la punta del iceberg. La situación es gravísima. Si la gente se convence de que nuestros líderes tienen una "autoridad moral oxigenada" y no una autoridad moral real para tomar las decisiones que impactan todos los días sobre el resto de nosotros, ¿qué podemos esperar del actuar del ciudadano promedio, si no el envilecimiento? ¿Cómo convencerles de no "dar mordida" al policía de tránsito, de no "colgar diablitos" en los cables de luz, de desinfectar la lechuga en los restaurantes? ¿Cómo les pedimos condenar el "cobro de piso", repudiar al secuestrador, confiar en sus jueces y magistrados?

En este contexto un juez del Estado de Puebla ha dado su aprobación para las sociedades de convivencia en poligamia. Lejos de ser un triunfo para los derechos de la diversidad sexual, se avizora como las nuevas "placas de Morelos" de la élite de nuestro país. Si esa percepción se impone, la espiral de decadencia va a agudizarse, en un México marcado por el derecho de la fuerza y no de la razón.

Una "moral oxigenada" es una sociedad corrompida. Si el ejemplo a seguir es no seguir el ejemplo, ¿cuál será el futuro de los que hoy son el futuro?